sábado, 4 de marzo de 2023

De una y otra emigración


Vuelo sobre un mar de olivos

en un recuerdo impalpable. 

Con un clima soportable,

desnudo, sin paliativos

ni algoritmos punitivos,

sigo la huella de mi infancia. 

Me agita su resonancia 

¿Por qué llora esa criatura?

Me da vértigo la altura 

pese a no tener sustancia.


A la esperanza, ya inerte, 

acerca el mar a la orilla. 

El vaivén de su ropilla 

hace que mi alma despierte.

Lo que en crimen se convierte,  

sobre las costas cristianas, 

son las miserias humanas 

que dan ¿fe de caridad?

Por mera curiosidad:

“¿Por quien doblan las campanas?”


“Están doblando por ti…” 

…por mí, por él y por todos. 

El mar no tiene recodos, 

-como algunos ni vergüenza- y, 

flota como un maniquí 

al que guía la corriente. 

Cuando llega al continente 

sólo le espera un cajón,

por color o religión:

siempre el Sur o Medio Oriente.


El mar no es un cazador. 

No es un asesino a sueldo 

aunque pueda parecerlo

cuando mata a un ruiseñor.

No perdona ni un error, 

y es cierto, ahí están los datos, 

pero ¿Son asesinatos? 

Sí, cuando los responsables 

creen que hay vidas desechables

por no calzar sus zapatos.



No hay comentarios: