jueves, 16 de marzo de 2023

Resolviendo una conjetura

          ¿De qué vive esta persona?  ¿produce algún beneficio esa paupérrima paraeta? Son preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez y para las que hay una explicación coherente (y contrastada en mis propias carnes). 

En primer lugar, no vive de eso que primero nos viene a la cabeza: que si es del robo, la extorsión, la trata de blancas, el tráfico humano, la venta de armas y que, por consiguiente, la paraeta es solo una tapadera. No. Tampoco de la humillante mangancia. No. Nada de eso. Lo que ves y juzgas es el remanente de la energía acumulada durante toda la semana. 

Si te fijas bien, verás que sobre el suelo, la manta o la mesa hay unos huecos, un vacío muy significativo porque es, precisamente, de esas lagunas, de lo que realmente vive (ya que “la energía ni se crea ni se destruye, sino que se transforma”); o sea, de lo que no ves porque has llegado tarde.

Por otro lado, si empleamos el verbo vivir, en tercera persona, por comparación subjetiva con las aspiraciones de consumo que tenemos programadas, seguro que el resultado es inversamente proporcional al grado de libertad del observador. 

No sé si me he explicado bien. Lo que quiero dar a entender es que, pobreza y dignidad es igual a libertad cuyo valor es intangible: ¿será por eso por lo que acumulamos? ¡Ay, la neta! Sin darme cuenta me acabo de meter en otra paradoja. Bueno, tengo todo lo que me quede de vida por delante, para resolverla.

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