DEL RASTRO Y LA INTEMPERIE

(Haiku)

Llueve en domingo,
y la semana que entra
ya no es lo mismo.

DE LOS VÁTERES UNISEX DEL RASTRO DE VALENCIA

Me estaba meando vivo. Entré y cerré los ojos atendiendo al protocolo. Abrí uno para atinar, y allí estaba como el que no quiere la cosa: El Secreto de Victoria, azul turquesa, Adaptación Mercadillo. A simple vista, no presentaba signos de violencia ni evidencia de zurraspas: lo bueno estaría dentro como pastel que era. Y fuera, sobre la pared, apuntando al Secreto, estos ripios escritos con lápiz de labios:

Al sexo femenino,
cuando no hay papel en el retrete,
le importa más... limpiarse el ojete
que taparse el chumino.

Tuve madre y tengo hermanas, sobrinas, primas, amigas… y trato de comprenderlas. Con esto, a poco que lo consigo.

DE SER VALIENTE...

Lo más valiente que he hecho, hasta ahora, 
solo a sido, desbrozar un soneto
entre tanta estulticia y obscenidad.
Miedo me da acabar de componerlo;

por si por una de aquellas, ofendo.
De ser así, no tengo escapatoria.
¿Adonde ir, hacia donde voy correr?
No puedo escapar ni de la ignorancia

ni la justicia cósmica. ¡Maldito
Karma, este, que no me quito de encima!
Como tampoco, el préstamo de mi

tarjeta Visa Flexible de Bankia.
De ser valiente, no hubiese nacido.
¿O quizá me falte nacer más veces?

FÁBULA CON HOMENAJE A RUBÉN BLADES Y BILLY WILDER

Mi gato dormía como un gato
en lo alto del respaldo de mi sillón favorito.
Tan a gusto estaba, que al cambiar de postura,
le faltó espacio y el golpe le despertó en el suelo.
Atolondrado, “miró pa un lado, miró pa el otro
y no vio a nadie…” a quien echarle la culpa.
Menos mal que yo tenía coartada. Si:
“Estaba con mi jefe, en la Ópera, escuchando Rigoletto”.

Moraleja:

Culparse demasiado, es malo; pero culpar a los demás, es peor: es miserable.

DE UN PUEBLO ERRANTE

“Al principio, Dios creó el mundo en seis días,
y el séptimo…” puso al Rastro en Mestalla,
que por entonces, era El Paraíso,
y subió al Cielo a echarse un rato.
Pero, como no nos dio papel-litos,
a favor del arrendado,
y la carcoma se comió los mandamientos,
cuando vino la riada de la especulación,
¡Ala, todo a tomar viento!.

                                               Génesis, capitulo 4º.

INTERVENCIÓN PÓSTUMA EN EL RASTRO

(Dedicado al Hombre Luna)

Cuando ya no queda nadie
que le ponga precio
a lo que escoge,
El Hombre Luna aparece.
El mercado ya no existe.
Sus restos reposan afables,
como queriendo entablar un dialogo
póstumo con la mirada, el tacto...