lunes, 28 de julio de 2008

ANIBAL, EL VERANO Y EL RASTRO



De Nueva Orleáns (Luisiana)
vino pa Valencia
un indio que con su humor
recaló en el Rastro.
Presto, un tal Alberto
hizo d´aquí, d´koki
y le endiñó un smoquin;
el muerto era patilargo
y le dio pena tirarlo,
más de veinte años qué
duerme en el armario.
De Creta son los que son y con razón
se llaman cretenses;
el indio y su salson
son nicaragüenses.
Sandino presente.
El tiro que recibió
siendo adolescente,
cojo-nudo lo dejó
para el ritmo caliente:
la salsa, la bossa y samba
tienen teniente.
No hace falta para bailar,
rápido o lento,
que se abra de par en par
el inclito firmamento,
con sentimiento,
el indio quiebra el compás
con fundamento;
del nylon que acarició,
brotó un bolero
¡la madre que lo parió,
qué caramelo!.
Cómo me deleita.
Eximio con la guitarra
y con el requinto;
yo soy de un pueblo de al lao
que está pegao
a Jabalquinto,
donde, hasta para cagar,
se usa el verbo castellano,
así es, que el indio y yo:
somos primos hermanos.
Reímos y a veces
nos enfadamos
pero siempre
que podemos
en el Rastro
nos encontramos.
Como me deleita,
como me deleita,
la madre que lo parió
como me deleita.