Paz interior
Cuando no busco nada,
ni fuera ni por dentro,
paz interior encuentro
en el ahora apoyada,
y en la mente agitada,
mi ansia desaparece.
Breve pero acontece:
estoy, no soy, presencio
el sublime silencio
del sol cuando enmudece.
¡Qué poco te echo de menos!
Verso azul de mi pesar
¡Qué poco te echo de menos!
Ya que tú y yo lo sabemos,
no nos vamos a engañar.
Cuando tenga que cruzar,
por defecto a la otra orilla,
como cuesta calderilla
del oro de mis recuerdos,
cébalos como a los cerdos,
y haz con mi sangre, morcilla.
Despido procedente
En este cuerpo que habito
y al que estoy tan apegado,
ya es cielo malhumorado
y de soledad tirito.
Prepárenme el finiquito.
La causa es tan evidente,
que no hace falta que cuente
do va el sol cuando declina:
la alta instancia determina,
que es despido procedente.
En resumen
Y te atreves a pensar
al final de los cincuenta,
cuando el futuro se ausenta
y el tiempo empieza a contar.
¿En qué lo voy a emplear?
Y vas recogiendo velas,
viendo en popa las estelas,
y entre tangos y milongas,
te pongas como te pongas,
no hay tutía ni tutelas
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