lunes, 5 de agosto de 2024

De una y otra emigración (con la inestimable participación musical de la IA)



 A la esperanza, ya inerte,

acerca el mar a la orilla.

El vaivén de su ropilla

hace que mi alma despierte.

Lo que en crimen se convierte,

sobre las costas cristianas,

son las miserias humanas

que dan fe de caridad.

Por mera curiosidad:

“¿Por quien doblan las campanas?”

 

“Están doblando por ti…”

…por mí, por él y por todos.

El mar no tiene recodos,

-como algunos ni vergüenza- y,

flota como un maniquí

al que guía la corriente.

Cuando llega al continente

sólo le espera un cajón,

por color o religión:

siempre el Sur o Medio Oriente.

 

El mar no es un cazador.

No es un asesino a sueldo

aunque pueda parecerlo

cuando mata a un ruiseñor.

No perdona ni un error,

y es cierto, ahí están los datos,

pero ¿Son asesinatos?

Sí, cuando los responsables

creen que hay vidas desechables

por no calzar sus zapatos.

No hay comentarios: