lunes, 29 de julio de 2024

CANCIÓN PARA UN DESNUCAO Y MEDIO (Con la inestimable participación instrumental de la IA)



Siempre a mano la petaca

“El Bambú” y “ el cuarterón,

y el coñac de “garrafón”

en aquella España opaca.

 

Como era guarnicionero,

las heridas se cosía,

con esto yo me creía

que así se cura el obrero.

 

Tomé conciencia de clase

y dejé de ir a la escuela.

Tomé clases de curdela.

Fui militante de base.

 

El arbitro se dio cuenta

y pitó fuera de juego.

Yo me libré del talego

y los míos de la afrenta.

 

De mayor, fui al cirujano

a curarme las heridas

de las batallas perdidas

en el continente urbano.

 

Crucé un río, y en la orilla,

me mantuve esclavizado

por dormirme encadenado

a mi propia pesadilla.

 

Lágrimas que humedecían

el filtro del cigarrillo.

Llorando como un chiquillo

los buitres se me comían.

 

No pensé que llegaría.

“La vida te da sorpresas”.

Renace de las pavesas.

¡Me quemó la epifanía!

 

No voy a cambiar el mundo.

Lo que quiero es abrazarlo,

comprenderlo y no mancharlo:

está el pobre moribundo.

 

Lo que tenga de santón,

lo tiro por el retrete.

Ni corbata ni bonete,

ni peto en mi corazón.

 

Un nido de pajarillos,

apostado en mi ventana,

me anuncia cada mañana,

que mude de calzoncillos.

 

Por la ventana mirando,

veo el sol cuando amanece.

La luz que me pertenece,

con mi karma estoy pagando.

 

Me paso horas contemplando

y otras tantas escribiendo;

de aquí allá, yendo y viniendo

sobre una nube volando.

 

La certeza de la nada

que tengo bajo mis pies,

descarga, antes o después,

energía acumulada.

 

Con un poco de paciencia,

dejo que el amor me eduque,

para que no me desnuque

ya perdida la inocencia.

 

Mi familia cogió un tren.

De mi tierra no me olvido;

de las lomas y el olivo:

soy de Linares (Jaén).

 

Y así llegamos de paso

como las nubes, las olas,

con una maleta a solas

y una póliza en OCASO.

 

Qué importa donde nacer,

si es un tránsito la vida,

no hay del todo despedida

y mucho que agradecer.

 

Juro por los siete dientes

del cráneo de Cervantes,

que somos los inmigrantes

uno de los ingredientes

 

para hacer el estofao

con el que todos comemos.

Nos tienen miedo los memos

y algún que otro desnucao

 

que se aferra con cinismo.

Lo bueno es, que no lo sabe,

que hasta que no se le acabe,

come mierda en el abismo.

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