sábado, 6 de julio de 2024

De una vida marginal



Si tienes un accidente

cuando es de noche, 

no hay claro de luna,

y caminas por el arcén 

sin chaleco reflectante, 

la soledad puede atropellarte 

sin contemplación alguna.


Fíjate en los ojos 

de quien venga a auxiliarte. 

Si tiene las pupilas dilatadas, 

es tan buen samaritano 

como el que tiende la mano 

y después te rompe 

“los siete pliegues del ano”.


Todos somos herederos

de los réditos indivisos

del viejo capital humano.


Cultura y civilización 

es lo que queda a repartir,

incluyendo, por descontado, 

las tribulaciones 

de cuando fuimos monos

sin taparrabos.


Entre cárcel y hospital 

no se resuelve el arcano

“de vivir como animal 

o morir como ser humano”.

No hay comentarios: