jueves, 20 de julio de 2023

El ventilador y el Dupont

Mi nombre es Ano: Ful-ano. -Justo lo que yo pensaba- le dijo la exuberante rubia con la que compartía miasmas junto a la mesa de la ruleta. -¡Caramba, hasta por el culo me conocen!- le respondió Fulano a Men-gana, pues este fue el nombre con el que se dio a conocer la portadora de una voz, a-tercio-pelada, casi cazallera.

-Me da fuego, por favor -le preguntó con el pitillo entre sus carnosos labios, moviéndose éste de abajo arriba con la cadencia de sus palabras, lo cual, le introdujo en una representación mental erótica, con la que se mantuvo, por un instante, fuera del espacio-tiempo de La Ribera Francesa.   

-Claro. Cómo no, encanto. Metió la mano en el bolsillo de la chaqueta y sacó un encendedor “Dupont” chapado en oro. Levantó la tapa con el pulgar y, como era de esperar, sonó el “clin” inconfundible. Giró la rueda una, otra y otra vez, pero la llama no prendía. Ni corto ni perezoso, cerró la tapa y volvió a sonar, esta vez, su inconfundible “chak” (clin y chak eran marca registrada). Luego, sacó del bolsillo del pantalón un mechero “Bic” que, al primer chasquido, avivó la llama, pero cuando levantó la vista del encendedor, la dama esbelta y sofisticada, había desaparecido. ¡Demonios! ¿Qué ha pasado? Exclamó perplejo, mientras la bocanada de humo se desvanecía.   

De repente, comenzó a oír una voz que provenía de la parte delantera de su paraeta: -buen hombre ¿Cuánto cuesta ese ventilador?- equis, le dijo. ¿Pero va? Insistía la mujer. Señora, de aquí a su casa, si lo compra… ¡No va a ir!, le respondió en un tono macarrónico, alternando el clin y el chak del Dupont, con el que jugueteaba y que había comprado, a primera hora, en el rastro, para buscarse la vida.    


Moraleja:    

“El que nace pa martillo del cielo le caen los clavos”

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