sábado, 4 de junio de 2022

Diario interrumpido


          Es lunes y como todos los lunes, voy camino de Mercadona para hacer la compra semanal.  A pocos metros de la finca, de protección oficial, en la que vivo desde finales de los 70s, hay un paso de cabra por el que cruzo para encarar la acera que me llevará hasta el supermercado, ¿Eh? Bueno… bien… entendido… Perdón, me dice el narrador omnisciente, el que me da permiso para hablar en primera persona, que el paso no es de cabra, sino de quebra

Mientras lo atravieso, la vista se me va al frente y se topa con tres árboles frondosos, siempre verdes, de ramas colgantes, hojas estrechas y lanceoladas, frutos en racimos de bolitas entre rosas y rojas, troncos tumorosos (supongo que los tumores serán benignos porque, nunca he visto en ellos, los efectos secundarios de la quimioterapia y sí, por el contrario, en el seto desastrado que los separa del contorno) y siempre me pregunto ¿Serán sauces?.

Es martes y repito los mismos pasos del lunes porque, se me ha olvidado puntualizar antes que, la compra semanal, la hago en dos tandas entre lunes y martes y casi, casi, como un rito neurótico por el mismo trayecto. ¿Serán sauces? Me viene a la mente la ya habitual pregunta. ¿Eh? ¡Ah! Me dice el narrador omnisciente, licenciado por la Wikipedia, que son falsos pimenteros que lloriquean como sauces. Pues ya está todo dicho. Yo voy a un mandao y ya vengo.

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