viernes, 17 de julio de 2020

UN CUENTO PINTIPARADO (Basado en hechos de a dos reales)

    
    
     Había una vez, un país tan pequeño, que solo se podía ver a través del telescopio Hubble. Sus habitantes y habitantas, eran también diminutos y diminutas para que cupieran en él. El sol, solo hacia su aparición, los domingos, el resto de la semana, se escondía; nadie sabía donde. Vivían todos en un valle angosto, hacinados porque el terreno era escarpado y sinuoso. Su única ocupación era, trabajar en las minas de pan duro, que abundaban en las montañas, lo que les proporcionaba, su principal fuente de ingresos: la exportación de esta preciada materia prima, de la cual, se extraía, en los países de destino, el pan rallado para rebozar los san jacobos. Hombres y mujeres, se afanaban en arrancarlo de las entrañas, (de la madre que las parió), con mucho esfuerzo, ya que carecían de alta tecnología.

Un domingo, el sol, en vez de salir por donde siempre lo hacia, la ventana del dormitorio, lo hizo por la ventana que daba al cuarto de baño, y pilló cagando a más de uno/a. Algunos/as creyeron que, el fin del mundo, acababa de empezar y no sabían qué hacer. Unos/as, exclamaban, en voz alta, !Qué hago! Y otros/as, decían: eso digo yo ¿Qué hago? ¿No sé, si comprarme una moto… o ponerle un manillar al váter? ¿Tú qué harías, buen hombre? Le preguntó uno/a, a otro/a, a lo que le respondió: ¡Y a mi qué me cuentas! Yo estaba con mi jefe, en la ópera, escuchando Rigoletto. Y continuó caminando atrafagado/a entre la multitud. 

  Así las cosas, algunos habitontos y habitontas, se reunieron en asamblea y elevaron sus conclusiones al Presidente de aquella minúscula República, quien a su vez, llamó a consulta, a su Primer Ministro, y éste, al de Ciencias Aplicadas, el cual, solamente, dijo: el eje de rotación de la tierra, se ha inclinado unas milésimas de milímetro. 
 
MORALEJA:

Este cuento, no tiene final, porque es, el de nunca acabar.

No hay comentarios: