martes, 24 de julio de 2018

IMPERMANENCIA

Con qué afán acumulamos
para cuatro días, míseros,
de camino a la frontera.
Cuanto más coleccionamos,
buscando la eternidad;
un asiento en El Parnaso
que afame nuestra memoria,
más exhaustos llegaremos.
El amor y los amigos,
sin espacio, se escabullen
por culpa de tanto apego.
Un sin vivir, se apodera,
cuando vemos nuestro sino
con el rabillo del ojo.
Y es cuando surge el dilema:
¿Cómo nos enterrarán?
¿en mastaba o en pirámide?
Y es el trapero el que hereda
el tesoro disgregado
como lo encontrabas tú,
los domingos en El Rastro:
matadero y comadrona;
ventana a la impermanencia,
cuando muertos, como norma,
nos comemos una ful.

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