viernes, 27 de abril de 2018

EN LEGÍTIMA LOCURA

Yo no me puedo quejar.
Mi madre sí que se quejaba:
de dar a luz a oscuras;
de hacer a mano la colada;
de las nubes en el cielo;
de la escarcha, los sabañones;
del nido de gorriones,
a todas horas piando,
que era nuestra casa.
Cuanto más lo hacía,
iba esquivando
sus malos pensamientos
de las páginas de El Caso:
dar un mal paso,
con su nido en brazos,
en un arranque de ternura.
Mi madre sí que era fuerte.
Como una montaña,
en la que el eco tentador,
obstinado reverbera
en legítima locura.

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