miércoles, 29 de noviembre de 2017

UN CUENTO ORETANO

      (A mis padres)

Mi padre sufrió un pesar;            
mi madre las pesadillas,
por no podernos ni dar,
abrazos al despertar
ni besos en la mejillas.

Sí, raquíticos de afecto.                                 
Más bien, apurados que hartos.
¿La interfaz de nuestro aspecto?
La pobreza por defecto.
¿El origen? trece partos.

Él era guarnicionero
en tierra de oretanos.
No quería ser minero,
y, guarnecía con cuero,
las bestias de los cristianos.

Arriba quedaba el cielo.
Abajo, los que reptaban
Mi madre, con su pañuelo,
de rodillas, friega el suelo
de quienes de pie rezaban.

EPÍLOGO

“Ya está el pescao vendío”.
Recojamos la parada.
El rencor da escalofrío
si ya está a punto el navío
para la última morada.


No hay comentarios: