Mi primo, ya sabéis, ese que hace poesías, ha compuesto la definitiva, para poner el broche de oro final, al maltrato recibido durante la temporada de fútbol.
Entre sobresaltos y pesadillas,
el manso chusquel meneaba el rabo
por cada patada que, en las costillas,
le metía su amo, por siguirillas,
porque era suyo y le salía del nabo.
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