miércoles, 20 de mayo de 2020

MI GATO Y MINERVA


El vacío de esperanza,

junto al nihilismo obsceno,

me ilustraron.

Con poca o nula confianza

y una úlcera de duodeno,

me olvidaron.


No todos, menos mi gato,

que aunque adusto, compañero

libertario.

De los dos, el más sensato;

él, un tigre, y yo, un trapero,

no anticuario.


No hay páseme usted el río

nos dicen cuando nos quieren,

y olvidamos.

Llega uno, otro desafío...

y solo cuando se mueren,

recordamos.


Evitando el compromiso,

siempre pude escabullirme,

cuestionado;

toda la vida indeciso,

sin embargo, en redimirme

no he dudado.


No me hace ninguna gracia

oír que la banda toca

generala;

a veces, la democracia,

(si muere el pez por la boca)

nos iguala.


De los pechos de Minerva,

mamamos: verdad, belleza,

tolerancia;

la bondad que atenta observa,

donde termina y empieza,

la ignorancia.


Transmitir un pensamiento,

solo requiere palabras:

te conciencio;

sin embargo, un sentimiento,

con el rostro te lo labras

en silencio.


Mucho esfuerzo no requiere.

Del corazón nace el gesto

inconsciente.

Déjalo que se libere!;

sin censura, deja expuesto

lo que cuente.





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