No siento vértigo
al asomarme al abismo
profundo de mi alma.
Me estoy muriendo:
más por fuera que por dentro
No siento vértigo
al asomarme al abismo
profundo de mi alma.
Me estoy muriendo:
más por fuera que por dentro
No digo yo, que lo que os voy a contar a continuación tenga algo que ver con un acontecimiento mágico o prodigioso, no ¿O sí?. La cosa fue el resultado de la causalidad, el ensimismamiento y la curiosidad.
La primera vez que tuve noción del rayo verde, fue una noche en la que sustituí la película que iban a emitir en el canal “SudanceTV”, (es como ver la segunda cadena en tiempos de Franco) cuyo título era, “El rayo verde”, que estaba clasificada como drama, por otra de suspense en otro canal.
Como la hora de emisión ni el metraje coincidían, cuando acabó la película por la que me decanté y estando a punto de empezar otra en SudanceTV, la cual quería ver, cambié a este canal y vi los últimos planos de la película: cuando los protagonistas esperan la puesta de sol, sentados en la playa y en el horizonte aparece, durante un instante, en la coronilla del astro, el color verde. La cosa no quedó ahí, porque me picó la curiosidad, tanto la de profundizar en el relato de la película como el de hacerlo en el episodio de la naturaleza.
A veces, me venía a la cabeza lo del rayo verde: un fenómeno que consiste en la difracción de la luz del sol cuando aparece o desaparece por el horizonte de una superficie plana en condiciones atmosféricas especiales; pero lo que lo convierte en un prodigio es, poder captarlo ya que dura un par de segundos y hay que estar en la posición correcta, aproximadamente, a un metro y pico por encima del horizonte. Que conste que, esta pedantería, como viene siendo habitual y común a todos, la recopilé de internet junto con la reseña de la novela de Julio Verne (que no soy tan leído como algunos piensan) donde dice: “Que la protagonista, obligada a casarse con el hombre que su tío ha elegido para ella y del que no está enamorada, accede ha complacerle si ve el rayo verde. Pensando que esto es una leyenda, (de que quien lo observa, en solitario o con la persona a la que ama, garantiza la felicidad de por vida) se enfrasca en su búsqueda, acompañada de su prometido, con la intención de escaquearse”. Llego hasta aquí porque, ni he visto la película de Éric Rohmer ni he leído la novela de Julio Verne. Eso por un lado y, por otro, porque sería una falta de respeto hacia ambos el ir más allá de una mera introducción que despierte el interés por hincarles el diente.
De cuando en cuando, fantaseaba con poder verlo alguna vez, pero, para ello, tenia que madrugar e ir a la playa de Las Arenas, o bien, a La Albufera, preferiblemente en verano cuando la superficie del agua está más caliente que la del aire y se produce el efecto espejismo y, para ser sincero, ando escaso de voluntad, o como dicen allá de donde vengo: “Soy más flojo que una cortina”. ¡Para qué me voy ha engañar!
Bueno, puestos ya en antecedentes, lo que me ocurrió fue lo siguiente:
Era un día como otro en el que me encontraba frente a la pantalla del ordenador, escribiendo, enfrascado en lo que “pretendía” que fuera un poema. Había acabado de tomarme el café de después de desayunar y deposite la jarra de vidrio sobre los cercos y manchurrones de café en una de esas notificaciones que nos envían por correo y que generalmente las uso para hacer anotaciones, en los espacios en blanco, de lo que se me ocurre cuando tengo el ordenador apagado (la verdad sea dicha, más que un reciclador, creo que soy un poco adán y tacaño).
Aquel día de otoño, era bastante soleado y serían sobre las once y pico de la mañana. El sol buscaba su cenit fuera de la ventana, donde tengo la pantalla del ordenador, grande, de muchas pulgadas, encima de una mesa ad hoc, sembrada de papelorios (como el cenicero de colillas).
Los rayos de luz entraban oblicuos por debajo de la pantalla y en una de tantas veces de las que me encuentro atascado sin saber por donde tirar, buscando la inspiración, se me fue el santo al cielo y la mirada perdida en un pequeño punto de luz que estaba fijado en la base del culo grueso de la jarra de vidrio. De él se proyectaban pequeños rayos de luz difractada (como en un prisma) en todas direcciones, y se podían apreciar los colores del espectro visible de la luz. Según movía la cabeza de derecha izquierda y viceversa, los colores cambiaban de longitud de onda e iban y venían de los tonos calidos a los fríos. Le presté atención, por esto, y porque iban disminuyendo de tamaño en una secuencia rápida hasta desaparecer y quedar solo, en el un punto desde el que partían, el color verde desvaneciéndose al instante.
Mi conclusión fue la de que acababa de ver el rayo verde y, para mi regocijo, sin salir de casa.
A veces, te equivocas de autobús y te lleva al sitio deseado (o algo así) dice un proverbio indú
Dando por hecho que, los buscadores de tesoros en el rastro, madrugan para ser los primeros y estando la playa a dos pasos… Yo, no digo nada. Ahí lo dejo.
¡Feliz Año Nuevo!
Odio, resquemor, venganza,
son las respuestas de un ego herido:
ciego que huye despavorido
dando bastonazos al aire
¿Quién se deja llevar por la falacia,
vuela al cielo
y cae al suelo
como el grano envanecido?
El ego inflado
Yo deseo, soy , tengo…
un cerebro para investigar,
de qué pie cojea,
donde quiera que esté el ego
Saco a pasear a mis oídos
para que las neuronas se ventilen con la música:
oxígeno que respiramos de naturalezas muertas:
cueros, metales, maderas
al guiñapo de la acera
y la Áspera Trinidad:
frío, miedo y soledad
fue la que llegó primera
De la calle un inquilino
y de muerto la hopalanda:
entre cartones de vino
se acuesta el pobre genuino
y no en “sábanas de Holanda”
No me calcé tus zapatos
porque dormías con ellos.
Te los quitabas a ratos;
lamías como los gatos
la impronta de tus resuellos
¿Cuáles fueron tus pecados
para tanta penitencia?
En campos de refugiados
sigue tirando los dados
la divina providencia
En otoño, cuando las hojas caen,
por entre las ramas el sol se asoma.
Quedan calvos los árboles del parque
y tan fugaces los días se tornan…
hasta el frío invierno del desencanto.
Dice el otoño que antes fue verano;
el verano, que antes fue primavera.
Serenos, van surgiendo y desplazando
como si dijeran: a ti te toca
por riguroso turno democrático.
Y de esta forma, de estrato en estrato,
la experiencia personal se acumula
en la vida y obra insignificante
de uno más entre otros seres sintientes
Recuerdo que era domingo y, mudados y peinados, nos compramos un cigarrillo rubio, (“de a una peseta” porque era de importación) cada uno y, escondidos en un solar (a la vista de todo el mundo) nos iniciamos en la pubertad, fumando y cagando en proletaria comunión.
El cigarrillo había que sostenerlo entre los dedos índice y medio de la mano izquierda, si lo hacías con la derecha, eso era de maricones: decían los ya iniciados.
Cagamos dispersos por el solar, sorteando a las ortigas que crecían entre los cascotes y piedras y, al acabar, nos limpiamos el culo con las hojas de un libro.
Aconsejados por cortesía de los iniciados, finalizamos el rito, procurando evitar el impulso de introducir la colilla en la “gandinga” porque, como consecuencia, nos saldría un grano en el culo.
******
Hace ya casi sesenta años de aquella ceremonia iniciática y, a veces, al llevarme un Camel a los labios, percibo el aroma del comienzo del final de mi inocencia. Del resto de aquel día no me acuerdo; no creo que hiciéramos nada más memorable.
Más tarde, cuando acabé la escuela, aprendí a leer y escribir por mi cuenta y, desde entonces, nunca más le puse un ojo encima a las páginas de un libro: sino los dos de la parte superior de la cara y con respetuosa distancia.
El amor se creó con el universo,
y, en la tierra, está presente,
oculto, incandescente
bajo la espesa corteza
del cínico progreso
El sincero argumento es más eficaz
que el puño para deshacer la ira:
prima hermana del miedo.
Sabiendo el origen consanguíneo
del clan: miedo, ira, venganza, celos,
no le eches más leña al fuego con la palabra
y analiza la emoción,
que hay detrás, en la construcción,
de cada pensamiento.
Hoy está lloviendo.
Respiro el aire que entra por la ventana
y descubro que el cristal refleja
el asfalto mojado
y las luces de los coches multiplicadas.
El café soluble, instantáneo, de la marca Hacendado
se me derrama y miro el cerco de la taza
en la hoja de papel en blanco.
Si no tengo nada que decir,
no escribo nada
comparable a la anchura de tu risa:
esa que aviva el corazón caliente.
¿Qué te puedo regalar sino mi tiempo?
¿A caso tu presencia no se mide por quilates?
Tu riqueza humilla al sufrimiento
si éste se pone por delante
¡A donde va a parar!
Vale más una sonrisa:
feliz cumpleaños, Sayen
Con la plancha me curré
y ya no me hablo con ella.
¡Ay, que a gusto me quedé!
Tanta luz no pagaré,
dicen: que “la arruga es bella”
El reloj de pared, vintage de la década de los cuarenta, acaba de dar nueve campanadas pm., y con disciplina monástica, dejo lo que tengo entre manos y me dirijo al cuarto donde medito.
Es una habitación abigarrada donde apenas puedo extender una alfombra, de manufactura oriental, a la que pliego hasta reducirla a un metro de largo por unos cuarenta de ancho.
He encendido la luz porque es otoño y ya es de noche. Extiendo la alfombra en horizontal frente a la pared de la izquierda de la ventana, como a un metro y pico de distancia, y coloco un cojín en el suelo al borde de la alfombra, aproximadamente en el centro, y apago la luz.
Descalzo y con ropa holgada, me posiciono sobre la alfombra con los pies en línea con los hombros, la espalda recta, los brazos relajados, las rodillas ligeramente flexionadas y la pelvis hacia atrás. Permanezco así durante unos segundos, concentrado, respirando conscientemente y, a continuación, recojo simultáneamente el pie derecho unos centímetros hacia el centro, y el antebrazo izquierdo, lo llevo al pecho con el puño relajado. Repito la misma operación con el pie izquierdo y lo junto con el derecho y ambos antebrazos quedan unidos por el puño de la mano izquierda con la palma de la mano derecha, a la altura del pecho y en paralelo al suelo. Inclino el torso con la cabeza recta mirando hacia delante, mientras expulso el aire lentamente y con esto saludo
Me siento sobre el cojín que sobresale unos centímetros por encima de la alfombra. Con la pierna izquierda flexionada, agarro la parte inferior con ambas manos, a la altura de los tobillos, y tiro de ella hacia atrás con relativa fuerza unas cuantas veces (este estiramiento ayuda para no lesionarse las rodillas) y luego, coloco el talón en el perineo. Repito la misma operación con la pierna contraria, y, sobre el muslo de la pierna izquierda, apoyo el empeine del pie, quedando ambas rodillas en contacto con en el suelo (sobre la alfombra) y armo la postura de medio loto. A continuación, apoyo las manos en las rodillas e inclino el torso hacia delante y hacia atrás varias veces. Después, con el dorso de las manos abiertas y apoyadas en los muslos, dirijo el torso de derecha a izquierda, con el fin de asentar bien la pelvis hacia atrás y que el coxis quede lo más levantado posible: por si se da el caso, peerme al cielo (esto último son palabras de sensei Taisen Deshimaru). Junto las palmas de ambas manos, a la altura del pecho, con los brazos horizontales, en paralelo al suelo, y saludo inclinando las manos y la cabeza hacia delante.
Lo siguiente que hago es, imitar el resto de la postura del buda: el mentón hacia atrás; el cuello y la nuca rectos; la coronilla como suspendida por un hilo invisible que tira de ella hacia el cielo; los hombros rectos; uno las manos por debajo del ombligo, con el dorso de los dedos de la mano izquierda sobre la palma de los dedos de la mano derecha y, los pulgares rectos y enfrentados en la punta, levemente unidos. Finalizo poniendo la lengua en el paladar y dirijo la mirada por encima de la nariz, con los ojos entornados, hacia un punto imaginario del suelo frente a mi como a un metro de distancia. Comienzo.
Toda mi atención recae sobre la postura, en cuanto a, concentrarme para mantenerla mientras visualizo mi respiración serena y profunda. Inspiro lentamente por la nariz, y el diafragma progresa hacia bajo y los pulmones se expanden; expiro, y el diafragma empuja hacia arriba la base de mis pulmones y expulsa el aire lentamente (bien por la nariz o por la boca). Con cada respiración, repito: inspirando tranquilizo mi cuerpo, expirando sonrío, y dirijo hacia arriba la comisura de los labios.
Y esto es todo lo que tendría que hacer: concentrarme en la postura y la respiración. Pero, la mente no descansa y, al poco de iniciar la sesión, como las neuronas siguen produciendo sinapsis que van unidas a diferentes emociones agradables, desagradables, o bien, neutras, me aferro a los pensamientos y a la que me quiero dar cuenta, mi postura se ha descompuesto: los ojos se me han cerrado; el mentón se ha ido hacia arriba; el cuello se ha relajado; la espalda se ha encorvado y los hombros encogidos; una rodilla que se despega del suelo; los pulgares que apuntan hacia arriba o hacia bajo dependiendo de la euforia o depresión que el pensamiento me provoca. Permanezco en esta ensoñación, por no sé por cuanto tiempo hasta que me doy cuenta, y entonces, con las mismas, me recompongo y vuelvo a concentrarme, únicamente, en la postura y la respiración sin espíritu de provecho.
Y así, hasta no sé cuantas veces sucede esto de desconcentrarme y volver a concentrarme durante los veinte minutos que practico cada día.
******
Este método de respiración lenta, profunda y consciente, respirando con el diafragma hinchando y deshinchando el abdomen y sintiendo como el aire entra y sale a través de las fosas nasales, aumenta la capacidad de los pulmones (frente al hábito arraigado de respirar solo con la parte superior) y hace que la sangre llegue más oxigenada al cerebro, con lo que se puede observar, con más calma, las emociones y pensamientos que constantemente produce nuestra mente.
Luego está el libre albedrío de cada uno para aferrarse a lo que resulte agradable y rechazar lo que no nos gusta. O puedes optar por el término medio de no aferrarte a nada y dejarlos pasar sin apego ninguno. Ni montaña ni valle: los pulgares son como el piloto que se enciende y me alerta durante la meditación.
La constancia me ha llevado a adquirir el hábito, no sin esfuerzo, de intentar permanecer en el instante presente, respirando profundamente cada vez que alguna emoción (positiva o negativa) altera mi ánimo. No es una pastilla milagrosa, pero me sirve para identificar mis estados mentales y me trae a colación la tradición japonesa de celebrar, cada mes de abril, la floración de los cerezos que dura solo unos pocos días: preciosa metáfora de la impermanencia
******
Y aquí lo dejo porque no tengo ninguna autoridad intelectual para continuar profundizando en el budismo, ya que es, no tanto una religión sino más bien, un método filosófico y psicológico para comprender la realidad y penetrar en los entresijos de la mente: y esto es algo muy serio. Por eso me abstengo y únicamente hago hincapié en la postura, que si se practica con concentración, esfuerzo y constancia, se obtienen resultados cuantificables en la percepción del yo.
Todo lo que salga por mi boca, al respecto de las enseñanzas budistas, podría pareceros como si yo estuviera abducido por una secta, ya que soy autodidacta en la materia y, por ende, el camino que he recorrido, hasta la fecha, está salpicado de lagunas. Por eso, lo recomendable, para el que esté interesado es, introducirse bajo la dirección de un maestr@ y en el entorno apropiado.
Ahora bien, en lo que a mí respecta, llevo más de veinte cinco años practicando meditación zazen, (después de que un amigo, practicante, me enseñara la postura correcta y la compartiera conmigo) y os digo: que no me canso, oye; que cada día está todo por descubrir.
Soy una persona que atravesó el campo gravitacional de la infancia, adolescencia y juventud, tan rápido, que fui adquiriendo cada vez más masa, por lo tanto, mi pasado fue pesado. ¿Eh? No. No es que fuera obeso sino más bien, anoréxico, y cuando intuí que mi futuro se cristalizaría (por comparación) en el de una momia con las vísceras por un lado y el corazón solitario en el esqueleto, ahí empezó todo, porque ¿Cómo podría pensar si no podía sentir, experimentar y todo lo demás?
Aún no estaba embalsamado y, entonces, de profundis, exclamé: ¡Oh dios, donde me he metido!. Pero, que si quieres arroz Catalina. No hay tío páseme usted el río: acababa de enfrentarme a mi destino y los dioses me castigarían por díscolo.
Y colorin… Nada nuevo, en todo caso, soy una adaptación contemporánea homologada o, mejor dicho, homo-logueada: porque sí, entré en mi conciencia.
Colgado en la buganvilla, Julieta,
no hay parte en mi cuerpo sin arañazo.
Puestos a morir, que muera el poeta,
y a mi, deja que te vea una teta
que estoy más caliente que el rabo un cazo
¡Oh, mi amado! Veo que ardes en deseo
¿¡Cómo se te ocurre escalar en otoño!?
Yo, pasaba por aquí, dando un garbeo,
y me he dicho:¿Por qué no subes, Romeo?
y ya ves, querida, por casi me escoño!
Otro día...
Lindo bulto en el leotardo, Romeo.
Sube y ten cuidado con la enredadera;
no te dejes en las ramas mi trofeo.
¡Para un poco! Que aprovecho mi aleteo
y voy volando a ponerte una escalera
Fin
Se acabó lo que se daba, Julieta,
y no hay más chinches que la manta llena.
A tomar por culo la bicicleta,
y, al pan pan, que la vida en el planeta
es sexo y muerte; divina y obscena
No te pongas silicona
que me da mucha dentera.
No porque seas tetona,
más culina o más culona,
volverá tu prima, Vera
*******
¡Oh, mi lúbrica manzana!
¡Aliento en el himeneo!
Entreabre la persiana
que estoy bajo tu ventana
y de aquí no me meneo
*******
Sopla viento del norte, muñeca,
lo cual tiene un serio inconveniente:
rajados como madera seca,
hay que untar los labios con manteca,
pero tú, te hallas siempre sonriente
*******
Sopla viento del norte.
El que los labios seca.
Ya bufe piano o forte,
como obsidiana corte,
mi sinsabor, muñeca
Nos aferramos únicamente al valor atribuido, por acto de fe, a un papel al que designamos con el nombre de dinero (que por si solo, el único valor que tiene es el del trabajo acumulado para producirlo) y si tanto lo veneramos, es porque la ignorancia y el dogma nos trajinan para no ver en él a la semilla; las nubes que produjeron la lluvia para que la planta creciera; las manos que la recogieron de la tierra, etcétera etcétera…
Moraleja
En resumidas cuentas, no hay mucha diferencia entre el papel higiénico y el papel moneda, excepto, que usamos preposiciones y verbos diferentes para designar un mismo fin: con el primero, limpiamos el culo y, por el segundo, lamemos el culo. Ya me entienden ¿Verdad?
Tu falsa condescendencia
es tu propio carcelero.
Cuando al palmar tengas audiencia
y la parca te valide,
ni tu ruego pordiosero
te salvará, "palmorive"
pero tanto el rico como el más pobre,
se mancha los dedos, alguna vez,
cuando al arrastrar, se rompe el papel
al limpiarnos el culo y, sin querer,
la mano une nuestra naturaleza
El dolor es tan tuyo como mío
cuando nos toleramos.
No tiene dueño.
Es de todos y de nadie.
Se vuelve indigesto,
cuando es presencia
sostenida en el tiempo
de un lamento silencioso
que nadie quiere compartir
por temor al olvido de la causa.
La culpa o la venganza,
es el efecto que persiste
y cuanto más apego, más sufrimiento.
Las nubes frágiles,
grises o blancas,
se pasean por el cielo
Ni el buen portero
puede parar dos balones…
y menos, tres
La fuente brota
para que el río suceda
a toda costa
Es el dinero,
de entre todos los amigos,
el traicionero
Oscila el péndulo.
Las campanas del reloj
suenan prudentes
Una minúscula
nota del canto de un pájaro
cuaja en mi mente
que con su pan se lo coma
el necio con picardía;
pero no se merecía
morir como la carcoma:
sin aliento en el vacío,
apagándose en silencio.
Un plano de su bohío
de frente fotografío
y su muerte reverencio
A dios fulano de tal.
Solo conozco tu mote.
Si no fui a tu funeral,
no me lo tomes a mal
y espero que el loto brote
del fondo de la escombrera.
¿Qué le importa al comprador
la raza, sexo o bandera
de quien la mano metiera
dentro del contenedor?
Nada. Solo existe el yo,
yo y yo y la satisfacción
inmediata. Uno compró
¿Y el otro lo que vendió,
bajándose el pantalón
o subiéndose la falda,
fue éxtasis o sicalipsis?
El trofeo en una balda;
la envidia verde esmeralda
(si falta algo, es por elipsis)
Han matado a Valero, y a mí, están a punto de hacerlo (si no lo han hecho ya)
Doy fe, de que Valero,
cuenta cuenta historias jugando al chamelo.
Y yo, hago la garza en la ducha
y me ato los zapatos con un lazo.
Otrosí, y ambos nos columpiamos en la cadena “el váter”
“El sexo es como beber agua salada, cuanta más tragas, más sed tienes”.
Machácatela con una piedra, que es un buen “ansiolítico”.
Consulta con tu médico o farmacéutico
La envidia no hay quien consiga evitarla,
pero sí, cuando aparezca, tratarla
con cortesía, elegancia y respeto;
o eso, o lo mejor es quedarse quieto
como cuando una avispa se te posa:
si no la acorralas no es peligrosa
A todos nos encantaría despertar un día con la noticia de que, por fin, la maquina “definitiva” que nos permita viajar en el tiempo, hacia delante o hacia atrás, es ya una realidad al alcance de todos… y no caemos en la cuenta de que, cada instante, es una superposición de pasado, presente y futuro
Cada uno somos como
una brizna de pasto
que La Cabra engulle
y el ego mastica…
para construir con excrementos,
una torre, que el cielo alcance.
Acabada la misa
de doce en la Catedral,
por la calle del Palau,
el rastro les llevaba
al altar sobre el suelo
de Nápoles y Sicilia,
donde eran degollados,
sin honra, los corderos
Mi gato sabe de todo.
Yo aprendo como los gatos,
de un vistazo
Si no hay salida me jodo,
pero abrocho mis zapatos
con un lazo
Mi gato, cuando se lava,
con ritmo mueve la lengua
concentrado
Yo lo hago con la baba,
pues, mi dentadura mengua
un puñado
Por la boca muere el pez,
eso mi gato lo sabe,
y subrayo:
ya lo sé para otra vez,
cuando él en seco se lave,
yo, me callo
Mi gato toca el violón
y yo me como la gamba
con cabeza
El hambre me dio ese don,
y el de tocar bossa y samba
con torpeza
En mi regazo le mezo.
Cuando duerme me parece
que medita
Despierta con un bostezo
y hace lo que le apetece
¿o le admita?
Mi gato sabe muy poco
del goce del himeneo,
más bien, nada
En esto no me equivoco:
somos dos por lo que veo,
camarada
Restriega el húmedo hocico
en mi nariz y, con esto,
me da un beso
Yo le digo: ¡Anko, bonico!
Y acaricio el lomo enhiesto
de un maeso*
A mi gato le llamo "Anko",
relleno del “Dorayaki”
japonés
De tono marengo y blanco,
empalaga como el caqui
Gracies. De res
*Maeso= maestro en desuso
Repleta de tiburones,
el feroz ogro, en la chepa,
lleva un arca
En castillo, con dragones,
se defienden en la estepa,
de la parca
De adobe sus torreones
la paz por sus muros trepa
y no abarca,
su brazo, los corazones:
mejor que lo cuente, Pepa
Delabarca
Anexo
Manchan de azul ultramar,
y de rojo bermellón
pintan las mil y una noches
y arañas las paredes de tu celda.
Cuando pierdes las uñas de los dedos,
persistes esculpiendo tu dolor,
desde dentro a fuera, mientras te quedan
dientes para hacer cruces en la piedra.
Tienes metástasis y no hay quien pueda
pararla. Viene en tu ayuda corriendo.
Te hundes en el agua, se apaga el fuego
de tu cuerpo y exhalas el aliento,
lentamente, hasta quedarte sin aire.
Ya, exangüe, con sus brazos, te recoge
una dama amiga a la que imploraste
libertad y soplara tus cenizas
No estoy a tu altura en cuanto a, formación intelectual,
posición social y medios materiales.
Sin embargo, apelo a tu inteligencia emocional,
(más que a tus sentimientos religiosos
de caridad o de condescendencia)
para tender un puente entre tu humanidad y la mía
Hasta el sol que nos da la vida, mata
(y la tierra, el aire, el agua);
pero no es un homicidio premeditado,
en todo caso, imprudente
en la infinita dimensión del universo
(y para muchos, su fe quebranta);
en tanto que, a dos palmos de nuestras narices,
con miles de inocentes, pasa lo que pasa,
y no pasa nada, porque somos cómplices con nuestros deseos.
Los que aprietan el gatillo o toman decisiones por ti y por mí,
no son otra cosa, que el brazo ejecutor: un asesino a sueldo
sin nada personal que lo motive
Apuro hasta las últimas caladas,
de los últimos cigarrillos,
del último paquete de tabaco,
porque el estanco ya cerró
y me pilla lejos el que está de guardia
Cada cual se forja a golpes
como la espada del guerrero,
y, hasta el mejor acero,
se rompe en el campo de batalla.
Como el león orgulloso
que luce su cabellera,
y, ralo como un tiñoso,
se va, cuando la hora le llega
Es hora de parar y leer un libro,
o, al menos, desearlo.
Yo lo hice, y desde entonces,
como pan de una montaña venerable,
en cuya cima, brillan,
las gotas de agua de las nubes.
Es hora de recuperar el cuento
que nunca te leyeron,
o el parque en el que no jugaste.
La pobreza de estímulos, hizo de ti,
(y de mí) un niño introvertido,
encerrado por vacaciones
en el aula de la calle.
Y una cosa lleva a la otra...
En fin, tú, ya me entiendes.
Pero, ya ves, nunca es tarde
mientras estás vivo
y tengas cuidado con lo que desees
No existe música buena o mala.
Todo depende del momento, la intención
o el método con el que la escuches.
Hasta la flauta que hizo sonar el burro
puede inspirar parte de una sinfonía
¿Quién sabe, si escuchando con la mente vacía…?
Ahí está “El Vuelo del Moscardón”
o el paseo del “cisne” por un lago
No pierdo de vista el rostro del miedo,
a lo mejor tiene que decirme algo
y en vez de sulfurarme o huir, me calmo.
Los leones resbalan en el asfalto.
Al contrario, los ogros y fantasmas
me persiguen y atrapan en la bruma
del inconsciente. Allí, el ego no manda.
Deja la nave a la deriva y salta
sobre una balsa, flotando con engaños
en el agitado mar del pasado.
En la orilla, una figura menuda,
mira el mar y, serena escucha, cómo
sopla el viento andante y, el “Mi menor”,
camina respirando moderato
Nací para gacela
y al más mínimo ruido salto.
Nunca corrí detrás de nada,
siempre delante de todo,
como lo que soy, presa
Del instinto sin consciencia
se apodera el miedo,
y con él, la irreflexión.
Buenas caderas y piernas
me llevan hasta donde puedo
Apóstata de la clase obrera.
Desleal con el rebaño,
la selva se me apodera,
en tanto que, nacido para gacela,
soy presa y siempre atento
Sí; pero no. No es como me lo cuenta
el policía del alma y recuerdo,
pues, la mentira huele cuando fermenta.
Si bien, de más joven no me di cuenta,
no; pero sí: me porté como un cerdo
Tocaba el piano con guantes de lona,
por eso, no hubo elogio ni ovación.
Fue mi conducta insensible y burlona.
No se quedó ninguna solterona,
no; pero sí: me quedé solterón
A unas elegí y otras me eligieron.
A unas las perdí y otras se marcharon.
Sí; pero no, al manicomio no fueron,
no; pero sí que el cielo abierto vieron
cuando, a la postre, de mi se libraron
Me llaman poeta
y yo, moriré sin saber
qué es la poesía.
¿A no ser que sea:
envidia de la belleza,
música para sordos,
cine para ciegos,
el grito del mudo,
el pan del crítico manco…?
No sé, solo es una sospecha.
Escribo como un niño, jugando
para adornar el tiempo
con sinceridad interna;
y si me llaman poeta,
es porque, a intervalos,
junto al teclado,
el café se va enfriando
Entre mito y ceremonia,
sobre el agua mansa
nada un cisne
y en la cama descansa
un cuerpo frío.
Con absoluta certeza,
ni el cisne canta
ni el cuerpo es mío.
No importa bajo que forma,
vivo porque de mí dan cuentan:
la tierra, el fuego, el aire, el agua
y a cada instante me lo recuerdan
llamándome por mi nombre,
esa es la diferencia.
Yo elijo las mejores tomas,
monto mi película,
escondo los recortes
y les privo de su música
Con veintinueve años me suicidé.
Lo recuerdo con alivio.
Pasaba el tren de la vida
repleto de cáscaras y culpas,
y, con determinación, me arrojé.
La máquina me hizo trizas.
Los trozos de ignorancia,
de sufrimiento por todo,
migraron al purgatorio,
y, poco a poco, con certezas
y el pulso de un cirujano,
a solas, me recompongo
Un pajarillo piaba
en el borde de mi ventana
Con alas fuertes se despide.
Dice adiós y da las gracias
El Buda estaba en lo cierto:
nacemos y envejecemos;
enfermamos y morimos,
y... al Rastro van a parar,
(y muy a nuestro pesar)
los restos
El Buda estaba en lo cierto,
yo no sé de ningún muerto
que baje del purgatorio
(sería contradictorio)
andando
Y el que no sea budista,
que pida a Nuestro Señor,
una visa de turista,
y baje a por su tesoro,
que quiso dejar en prenda,
y corra como un meteoro
Por el cielo del mercado,
la mala conciencia vuela
y ves lo que quieres ver,
si te quieres esconder,
pues, tápate Maricuela...
Por el mar, un portaviones,
y en el cielo, un zeppelín;
volando quinientos drones
con tan malas intenciones
de al caos ponerle fin
Ay! En medio me sitúo:
si queremos que haya paz,
tiene que haber “quid pro quo”
En honor a la verdad
¿Quién madruga, en domingo,
pa hacer obras de caridad?
“Ay! El que mucho fornica,
pa ahorrarse los condones,
la polla se plastifica”
Un cuco puso un huevo
en el nido de un buitre
y desde que salió el polluelo
la cara de gilipollas
no hay quien se la quite
Los buitres siempre se quejan,
quieren comérselo todo,
y comen... lo que le dejan
Lo digo aunque me salpique,
que yo, en mis mejores tiempos,
tenía fama de buitre
¿El rastro tiene de todo?
Nos falta para alegrarnos,
cuando tenemos buen día,
una sección de perfumería
para poder perfumarnos
Si te quieres perfumar,
pues, ándate con cuidado.
Yo vi a mi padre tirar,
por arriba y por detrás,
el hígado granizado
¿De donde viene la luna
con su carita lavada?
¡A ver donde desayuna!
Se acabó lo de maltratar,
por siempre, a nuestra alma máter:
hartos de ser tan guapos
y de mear colonia,
nos vamos a columpiar
en la cadena del váter
Óyeme lo que te digo:
edúcate como puedas,
que no hay ningún cocodrilo
A la hora de crear,
no hay musas sino oficio
y estar dispuesto al sacrificio
porque lo vas a regalar.
Para mejor hacerme entender,
Sócrates viene al caso,
pues, cobró más que Picaso…
de los puños de su mujer.
Y si alguien le preguntaba
por un ojo a la virulé,
decía: perdone usted,
“yo, solo sé que no sé nada”.
He aquí el quid: NADA.
Todo es interdependiente
y su forma aparente
por el concepto viene dada.
Fama, poder, celos,
los tratamos como sólidos
y al atraparlos son líquidos
que escapan entre los dedos.
El ego engaña a la consciencia
Lo que no le gusta lo proyecta
Día a día hay que estar alerta:
al YO, lo neutraliza la paciencia
Las
luces de la etnología
alumbraron
al concejal
en
la ciencia del “cagal”
llamada
coprología.
Y
nos tocó la bonoloto,
pues,
una prueba-piloto
que
no mucho duraría:
dura
hasta hoy en día.
La
prueba con sus razones,
son
cabinas-urinarios
donde
saldar apretones
vendedores
y usuarios.
Con
tres habría bastante,
y
luego, más adelante,
así
se viera el sondeo,
habría
actualización.
¡Como
no, en proporción
según
el canon filisteo!.
La
nota daba la brasa
sin
faltas de ortografía;
mas,
gentes que no tienen casa
o vienen de
otro planeta,
no
saben de cortesía
cuando se
van de vareta.
Y
se van por bulerías.
Pepes,
Basilios, Marías,
orinan
con malas artes;
se jiñan por
todas partes,
embarazando
los suelos,
paredes
y rincones
con
tales cagallones,
que
a las vacas le dan celos.
Las
moscas con sus revuelos,
cuando
las calandrias cantan,
por
miles, millones yantan
hasta
hartarse de “gandinga”.
Tienes
que salvar la minga
de
las moscas voraces
que
se empeñan contumaces
en
dejarte hecho un eunuco
¡y
te entra un repeluco!
Un
riachuelo de purines
de
las cabinas mana
y
al Rastro lo avillana.
Si
celaran querubines
como
cuando vino el Papa,
que
no hubo punto en el mapa
donde
no hubiera letrina
para
aliviar los intestinos,
pues,
cristianos con palominos,
va y quebrantan la doctrina.
¿Hasta cuando tanta inquina
y tanto noster páter
y tanta prueba-piloto?
¡que nos compren una moto
o que pongan manillar al váter!
Eres un destello desvanecido.
No te echo de menos ni de más,
y en todo caso, ni me debes ni te debo,
así que, estamos en paz.
No te ofendas: hasta aquí hemos llegado.
En mi corazón (¡Ay!) hay:
un niño medroso,
un joven engreído,
y un viejo amable
que nos abraza
y alivia el peso
del formato original
de los recuerdos.
En el proceso,
repite un mantra:
lo siento a mares
¡Cómo lo siento!
La historia que os cuento
De primera mano
Desde mi nacimiento:
Ya “cautivo y desarmado”,
el pueblo, y él, un anciano
Yo, en esos momentos,
como era un bebé
sin dogmas ni credos,
El “Régimen”, para mí,
Era comer cagar y tirarse pedos
La iglesia del cuento
Con agua bendita
Ungía al elemento
Que era fiero como un lobo
Con voz de Caperucita
Lo había descubierto
Estaba en un salmo
Lo daba por cierto
Que en el mundo menos él
Todos la tenían de a palmo
Taimado, el sujeto,
por obvias razones,
guardó su secreto:
proyectando sus complejos
en fusiles y cañones
Le bailaban el agua
de Una Grande y Libre
Patria policial
El que no se la bailaba:
A picar piedra a El Escorial
Rodeado de tubos
Sonaba el clarín
No vio el descabello
Y al pájaro mojigato
Le llegó sus San Martín
No quiero ir al cielo
Por si me lo encuentro
Sentado a la diestra
El que anduvo bajo Palio
Hoy la historia lo detesta
Al perro que ladre
Que lo eche de menos
Que fomente el oído
Le diría que el pasado
se lo llevó su puta madre
Eres un niño aunque no lo aparentes.
Yo, ya los sesenta y seis araño,
y no sé ni cómo me las apaño;
pero a mí, me están saliendo los dientes.
No los necesito para reír.
Si acaso, para comer y hablar claro
como lo hace un párvulo, con descaro:
habla y ríe sin nada que encubrir.
No me tapo la boca con la mano.
Cuando me río se muestra la mella,
si no la misma que tuve en la infancia,
es el mismo rasgo que me hace humano.
Reír, por algún motivo, deja huella:
y es porque tiene la misma sustancia
Mándame un ¡eSeMaeSo!
Para curarme del todo.
A mi corazón regreso
que con el afecto expreso,
no puede ser de otro modo
El corazón
no se endurece con una
mente flexible
El loto crece
desde el fondo cenagoso
del corazón
Salta el guijarro
sobre las tranquilas aguas
de aquí y ahora
Ante mis ojos,
los arces de rubio otoño,
peinan sus hojas
Dedicado a las primeras críticas que recibió la nueva ubicación del rastro de Valencia, por parte de algunos compradores
Campaban por la selva los leones
acechando a sus presas favoritas,
y en la caza, al no haber leyes escritas,
tampoco hay igualdad de condiciones.
Elige: búfalo, cría o cebú,
que cazar es como un juego de envite.
El jugador de ventaja se admite,
pero... hay veces en que el primo eres tú.
Dejando las metáforas a un lado;
hipérboles, hiatos y sinalefas;
en el rastro, hablando claro y corriente,
el más tonto hace relojes. Y añado,
que son tus “mofas, escarnios y befas”,
penosas rabietas de adolescente