Me llaman poeta
y yo, moriré sin saber
qué es la poesía.
¿A no ser que sea:
envidia de la belleza,
música para sordos,
cine para ciegos,
el grito del mudo,
el pan del crítico manco…?
No sé, solo es una sospecha.
Escribo como un niño, jugando
para adornar el tiempo
con sinceridad interna;
y si me llaman poeta,
es porque, a intervalos,
junto al teclado,
el café se va enfriando
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