El dolor es tan tuyo como mío
cuando nos toleramos.
No tiene dueño.
Es de todos y de nadie.
Se vuelve indigesto,
cuando es presencia
sostenida en el tiempo
de un lamento silencioso
que nadie quiere compartir
por temor al olvido de la causa.
La culpa o la venganza,
es el efecto que persiste
y cuanto más apego, más sufrimiento.
Las nubes frágiles,
grises o blancas,
se pasean por el cielo
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