Las
luces de la etnología
alumbraron
al concejal
en
la ciencia del “cagal”
llamada
coprología.
Y
nos tocó la bonoloto,
pues,
una prueba-piloto
que
no mucho duraría:
dura
hasta hoy en día.
La
prueba con sus razones,
son
cabinas-urinarios
donde
saldar apretones
vendedores
y usuarios.
Con
tres habría bastante,
y
luego, más adelante,
así
se viera el sondeo,
habría
actualización.
¡Como
no, en proporción
según
el canon filisteo!.
La
nota daba la brasa
sin
faltas de ortografía;
mas,
gentes que no tienen casa
o vienen de
otro planeta,
no
saben de cortesía
cuando se
van de vareta.
Y
se van por bulerías.
Pepes,
Basilios, Marías,
orinan
con malas artes;
se jiñan por
todas partes,
embarazando
los suelos,
paredes
y rincones
con
tales cagallones,
que
a las vacas le dan celos.
Las
moscas con sus revuelos,
cuando
las calandrias cantan,
por
miles, millones yantan
hasta
hartarse de “gandinga”.
Tienes
que salvar la minga
de
las moscas voraces
que
se empeñan contumaces
en
dejarte hecho un eunuco
¡y
te entra un repeluco!
Un
riachuelo de purines
de
las cabinas mana
y
al Rastro lo avillana.
Si
celaran querubines
como
cuando vino el Papa,
que
no hubo punto en el mapa
donde
no hubiera letrina
para
aliviar los intestinos,
pues,
cristianos con palominos,
va y quebrantan la doctrina.
¿Hasta cuando tanta inquina
y tanto noster páter
y tanta prueba-piloto?
¡que nos compren una moto
o que pongan manillar al váter!
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