Dices: "no puedo más y aquí me quedo"
y arañas las paredes de tu celda.
Cuando pierdes las uñas de los dedos,
persistes esculpiendo tu dolor,
desde dentro a fuera, mientras te quedan
dientes para hacer cruces en la piedra.
Tienes metástasis y no hay quien pueda
pararla. Viene en tu ayuda corriendo.
Te hundes en el agua, se apaga el fuego
de tu cuerpo y exhalas el aliento,
lentamente, hasta quedarte sin aire.
Ya, exangüe, con sus brazos, te recoge
una dama amiga a la que imploraste
libertad y soplara tus cenizas
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