Es hora de parar y leer un libro,
o, al menos, desearlo.
Yo lo hice, y desde entonces,
como pan de una montaña venerable,
en cuya cima, brillan,
las gotas de agua de las nubes.
Es hora de recuperar el cuento
que nunca te leyeron,
o el parque en el que no jugaste.
La pobreza de estímulos, hizo de ti,
(y de mí) un niño introvertido,
encerrado por vacaciones
en el aula de la calle.
Y una cosa lleva a la otra...
En fin, tú, ya me entiendes.
Pero, ya ves, nunca es tarde
mientras estás vivo
y tengas cuidado con lo que desees
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