Okupan, los gorriones, un rincón
de mi ventana. Con su grácil vuelo,
van buscando briznas del nido al suelo
una vez, otra, otra y otra hasta un millón.
Pongo en marcha la refrigeración
y el agua que desperdicio, es anhelo,
calma la sed del inquieto polluelo:
ya van por la cuarta generación.
Si es que nací pájaro, en otra vida,
no tengo ni el más mínimo recuerdo,
¿O son estos sueños de libertad?:
Cruzando el mar en la noche encendida;
la luna nueva que de vista pierdo;
yo ahogándome en obscena soledad.
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