La casa con la cerca de madera.
Un buen coche en el garaje.
Al interior no le faltaba detalle,
pero quizá le sobraran neveras.
Abraham sacrificó a su hijo,
pero nos gusta mantenernos
en la certeza de que esto, no fue así,
para poder seguir soñando.
Mas el crimen no prescribe
y gracias al “luminol” y el a-de-ene,
la sangre que había en la piedra,
no era de cabra, sino de un niño.
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