Huimos, con o sin conocimiento,
del dolor. Buscamos, en el placer
inmediato, consolar los sentidos
apegados a la permanencia. Y,
se mueren los que no quieren morirse.
Y los que no desean seguir muriendo,
se suicidan porque lo necesitan.
A unos, va y les toca la lotería;
los otros, disponen de su albedrío
sin plena conciencia y, desaparecen
en la forma, palabra y continente.
Para ambos, muda la vida. Sin ego,
ya no son… más que aleatorias partículas
en una rebanada espacio-tiempo.
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