La luna deja un rastro irisado
por donde pasa el tranvía
repicando clin clin, clan clan,
porque cuando va lleno, avisa.
Con alma inquieta,
de apuros sobrepasado,
camina a tientas y expectante
y, en la frente, un sello: “Denegado”.
Pobre, pero curioso,
se acerca a un contenedor,
de cuyo fondo brota,
un impermanente loto.
No digo que se iluminara;
pero, así pasó un día, un año y otro,
consciente de que envejecía:
hoy es, vintage de los ochenta.
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