Fui de madrugada,
con una mano detrás y otra delante,
y El Rastro allí estaba.
El Rastro nada me debe,
yo al Rastro le debo to:
toa la gente que me quiere.
Conmigo fue generoso,
a cambio no pidió nada
y aprendí de todo un poco.
Solo tengo un enemigo;
pero éste vale por tos,
y no es otro que yo mismo.
Era tan pobre, el pobre,
Que, al funeral, fueron amigos,
y a su boda, acreedores.
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