Había una vez un tierno pajarillo
Que del nido cayó al suelo
Muerto de frío y canguelo
A una vaca conmovió
Con ánimo solidario
Poco a poco reculó
Alzó el rabo y al polluelo
Una plasta le soltó
Del piélago de gandinga
Su cabecita asomó
Y el calor de aquel mejunje
Piando se lo agradeció
A un zorro que merodeaba
Su ingenuidad le alertó
Y acercándose con zorrería
De un bocado se lo zampó
Moraleja:
“Aunque la mierda
te llegue al cuello,
nunca digas, ni pío”
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