Silencio. Escucho el mar que viene y va.
Es quien canta cuando estoy en la orilla.
Calma, marejada o marejadilla,
los vientos le dan musicalidad.
Cuando es poniente, transmite sosiego;
notas largas con un preludio andante;
rizos de espuma blanca del levante,
conmueven tanto al sordo como al ciego.
Silencio. Miro el mar que sube y baja.
A su ritmo; las mareas puntuales;
la alborada en un continuo sagrado.
Silencio, por los muertos que amortaja.
Sus mitos preparan los funerales.
Silencio, ahora es él quien ha enfermado
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