viernes, 30 de octubre de 2020
RESUMIENDO
sábado, 24 de octubre de 2020
Un guiso masticable y digerible
De mi huerto personal,
escojo los ingredientes
para lo que cuento cuando escribo.
Los mezclo con café y nicotina.
Los macero con las teclas del ordenador.
Les doy vueltas en la olla
mientras todo esto se cocina.
Y aunque no soy del todo cocinero,
mi anhelo es, servir en el comedor,
a los pacientes comensales,
un guiso masticable y digerible:
donde todo es verdad como mentira;
bautizo como entierro;
promiscuo sueño como notoria vigilia
miércoles, 14 de octubre de 2020
SONETO PARA UNA TARDE SIN SIESTA
Mi cabeza reposa en la almohada.
La mirada, en las sombras que proyecta
la angustia en la lámpara del techo.
No tengo escapatoria, he de escribir.
Las palabras que vuelco sobre el papel,
no son solo conceptos abstractos,
sino uñas, vísceras, carne, huesos, piel…
la huella de un hombre abrazado al silencio,
porque yo, soledad, te tengo apego.
Tu mala reputación no me asusta.
No reniego de ti cuando apareces,
como has hecho hoy, a la hora de la siesta.
Ya que estoy desvelado, en tanto escribo,
escucho a dúo el canto de las tórtolas
viernes, 9 de octubre de 2020
SONETO Y PUNTO FINAL
Renuncio del hospicio venerado
con “vanidad y orgullo intelectual”.
“De aquella leprosería moral”,
estoy, medianamente avergonzado.
Porque ya he crecido lo suficiente,
apostato de mi fe agitadora;
libero los eslabones, que otrora,
en perpetua, encadenaban mi mente.
Por fin, de mi Alma Mater me desteto.
No me nace ningún resentimiento,
y ninguna que otra emoción mi alma alienta.
Pongo punto final a este soneto,
de treinta y cinco años, a fuego lento,
cociéndose sin que me diera cuenta.
NOTA,
Los versos entrecomillados corresponden a diálogos de dos películas; el primero, a “El nombre de la rosa; y el segundo, a “Al borde del suicidio”
domingo, 4 de octubre de 2020
SONETO
Silencio. Escucho el mar que viene y va.
Es quien canta cuando estoy en la orilla.
Calma, marejada o marejadilla,
los vientos le dan musicalidad.
Cuando es poniente, transmite sosiego;
notas largas con un preludio andante;
rizos de espuma blanca del levante,
conmueven tanto al sordo como al ciego.
Silencio. Miro el mar que sube y baja.
A su ritmo; las mareas puntuales;
la alborada en un continuo sagrado.
Silencio, por los muertos que amortaja.
Sus mitos preparan los funerales.
Silencio, ahora es él quien ha enfermado