¡HOLA,
CÓMO HAS CAMBIADO!:
Desde
que te conozco, (ahora no caigo) siempre hecho un adán, como si
acabaras de levantarte de dormir y no te hubieras peinado ni lavado
la cara; yendo de de aquí para allá, de un chupano a otro al
socaire de la beneficencia tradicionalista. Por eso, me asombro de
ver que hoy muestras un poco de amor propio; que siempre viene bien,
pese a tu obstinado apuro.
Con
estas cuatro letras, te doy la bienvenida y nada más por mi parte.
En todo caso, agradecerte los estímulos que me ayudaron a
desprenderme de mi pobreza soberbia: sobre éstos, en un digno
camastro, reposa mi “ser”, que es mi riqueza
No hay comentarios:
Publicar un comentario