No es brillante, pero lo intenta.
Practica con los arrayanes
y un viejo mirlo que la observa,
la joven aspirante a guitarrera
cuando del conservatorio sale.
Las notas, envueltas en palosanto,
hacen más respirable al aire
que circula por el hormigón
y el anticiclón de la paciencia,
entre naturaleza y nailon.
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