lunes, 27 de marzo de 2023
Cambio de lugar
jueves, 16 de marzo de 2023
Resolviendo una conjetura
¿De qué vive esta persona? ¿produce algún beneficio esa paupérrima paraeta? Son preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez y para las que hay una explicación coherente (y contrastada en mis propias carnes).
En primer lugar, no vive de eso que primero nos viene a la cabeza: que si es del robo, la extorsión, la trata de blancas, el tráfico humano, la venta de armas y que, por consiguiente, la paraeta es solo una tapadera. No. Tampoco de la humillante mangancia. No. Nada de eso. Lo que ves y juzgas es el remanente de la energía acumulada durante toda la semana.
Si te fijas bien, verás que sobre el suelo, la manta o la mesa hay unos huecos, un vacío muy significativo porque es, precisamente, de esas lagunas, de lo que realmente vive (ya que “la energía ni se crea ni se destruye, sino que se transforma”); o sea, de lo que no ves porque has llegado tarde.
Por otro lado, si empleamos el verbo vivir, en tercera persona, por comparación subjetiva con las aspiraciones de consumo que tenemos programadas, seguro que el resultado es inversamente proporcional al grado de libertad del observador.
No sé si me he explicado bien. Lo que quiero dar a entender es que, pobreza y dignidad es igual a libertad cuyo valor es intangible: ¿será por eso por lo que acumulamos? ¡Ay, la neta! Sin darme cuenta me acabo de meter en otra paradoja. Bueno, tengo todo lo que me quede de vida por delante, para resolverla.
miércoles, 15 de marzo de 2023
Ayer tuve un motivo
sábado, 11 de marzo de 2023
De una fábula que viene a cuento
Érase una vez, un tierno pajarillo que cayó (por equis razones) del acogedor nido al inhóspito suelo. No podía volar y estaba aterido de frío. Por los alrededores, pastaba una hermosa y robusta vaca que, al percatarse, movida por la compasión, se acercó al lugar de los hechos, ladeó la cabeza para enfocarle, luego giró su cuerpo y le descargó una mayúscula gandinga. El pajarillo, al recibir la solidaria y cálida plasta, asomó su cabeza y comenzó a piarle en agradecimiento.
Cerca, también se encontraba una zorra (o zorro) buscándose la vida y, al oírle, se acercó sigilosamente y cuando estuvo lo bastante cerca, abrió sus fauces y de un bocado se lo zampó.
Moraleja: aunque la mierda te llegue al cuello, nunca digas, ni pío... o te freirán con limosnas.
sábado, 4 de marzo de 2023
De una y otra emigración
Vuelo sobre un mar de olivos
en un recuerdo impalpable.
Con un clima soportable,
desnudo, sin paliativos
ni algoritmos punitivos,
sigo la huella de mi infancia.
Me agita su resonancia
¿Por qué llora esa criatura?
Me da vértigo la altura
pese a no tener sustancia.
A la esperanza, ya inerte,
acerca el mar a la orilla.
El vaivén de su ropilla
hace que mi alma despierte.
Lo que en crimen se convierte,
sobre las costas cristianas,
son las miserias humanas
que dan ¿fe de caridad?
Por mera curiosidad:
“¿Por quien doblan las campanas?”
“Están doblando por ti…”
…por mí, por él y por todos.
El mar no tiene recodos,
-como algunos ni vergüenza- y,
flota como un maniquí
al que guía la corriente.
Cuando llega al continente
sólo le espera un cajón,
por color o religión:
siempre el Sur o Medio Oriente.
El mar no es un cazador.
No es un asesino a sueldo
aunque pueda parecerlo
cuando mata a un ruiseñor.
No perdona ni un error,
y es cierto, ahí están los datos,
pero ¿Son asesinatos?
Sí, cuando los responsables
creen que hay vidas desechables
por no calzar sus zapatos.