Ese viento que sopla del pasado,
riza el seso, marea y vuelve loco;
él aguarda que amaine, poco a poco,
a una copa de recuerdos anclado.
A una sopa de olvidos, retornado,
mira el rojo cielo cuando hay siroco,
y se le escapa otro día, que tampoco,
cicatriza el perjuicio o lo ganado.
De ningún modo queda satisfecho.
El yo, roza el apego y adquiere masa;
da forma a la realidad- cual retrata
el escultor el deseo y el provecho
en abstracto contubernio- que abraza:
en botella, aguja o papel de plata.
Haiku
El loco alcanza
con las drogas, paciencia
que el cuerdo pierde.
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