Resbalé de entre las manos
de la experta comadrona;
fui a parar al orinal,
y vino a ser, mi primer
baño de realidad:
fueron testigos, las moscas
y un relativo entusiasmo.
Los que vinieron después,
no es que me hicieran más fuerte,
mas sí añadieron estrofas,
de obligada constricción,
para un poema ineludible:
canto con la parca enfrente
y a las espaldas, mi suerte
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