No querían que partieras.
Fueron cosas del reemplazo
-mes arriba o mes abajo-;
lo supe por las esquelas.
Tenías veinte primaveras
cuando el viento dio un portazo,
recogieron tus pedazos
un convoy de adormideras
-esas blancas amapolas
que brotan en las cunetas
y en los campos de batalla-.
Bombas, fusiles, pistolas
no son nada -si no aprietas
con tu dedo- son quincalla.
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