Tenía la funda de cuero.
Mi padre compró una máquina de retratar:
La Werlisa (o el Rolex del obrero).
En el centro, un cristal y un agujero
que apretando un botón, hacía “chac”…
…y caía la guillotina.
Cortaba cabezas, piernas y brazos,
su visor, con error de paralaje,
y nosotros, íntegros en el paisaje
de un pueblo en domingo
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