... ni el bajo nivel educativo, ni la
pobreza, ni la miseria afectiva son, precisamente, los mejores
aliados, que uno pueda tener, para abrirse camino en la vida. Pero no te preocupes, ¿O sí? Que al
Estado, siempre le quedará algún lugar donde esconderte; donde hacer
que te sientas culpable para que la escena del crimen, institucional,
parezca un suicidio. Ese desperdicio de talento, me parece
tan cruel y absurdo como un sacrificio Maya.
A su regreso, le esperaba su Penélope
particular, actualizada, y lo primero que hizo fue, descabezar un
sueño sobre sus pechos de silicona. El móvil, de cuando en cuando,
vibraba y tenía encendida la televisión, pero él ya era inmune a los
cantos de sirena. Cuando despertó, bajó a la calle, entró en un
bar y no pudo resistir la tentación... de columpiarse en la cadena
el váter.