Ese silencio desconsiderado,
que tanto me desquicia
y me conmueve,
cae del cielo, dibujando,
el pánico en el rostro cuando llueve.
Las perlas de sudor de entre semana,
tesoro que callado se lo tienen,
valga mucho o valga poco,
con el silencio se desvanecen
y es como para volverse loco.
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