Al mar le trajo el viento de Garbí.
Al Rastro, el Levante fuerte de la orilla.
Escarbando dio
con la joya oculta.
La clave era sencilla:
agradecimiento.
La enterró con su pasado,
un pesado tesoro,
y se transformó en isla...
con el tiempo.
Moraleja:
Escarbando en tierra, solo puedes llegar hasta Nueva Zelanda; en cambio, si lo haces dentro de ti, por lo menos, no se perdería el tiempo.
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