Cuando hube de hacerle frente al coco,
me faltó un quintal de fe en mí mismo.
Pasaba el tiempo, y a poco a poco,
iba reculando hacia el abismo.
Y sin escapatoria probable;
atrapado entre un muro y la sima;
preso de un pánico insuperable,
me vine abajo... y me cagué encima.
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