en los estertores del Rastro.
Agonizan los artefactos
que fueron un propósito para otros en la sucesión del tiempo.
No alarguéis, pues, la despedida.
Su sombra os lo agradecerá.
Si en vez de llorarle, venís a mitigar
vuestra soledad y miedo al día de mañana,
hoy, será una jornada malgastada.
Si han de ser útiles otra vez,
acogerlos en recíproca presencia
y, de cuando en cuando,
abrazarlos con la mirada
de un ser agradecido:
renacerá la cómplice ternura
de un loco de remate.
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