El trapero que conozco
no es el hombre del saco
de traje astroso.
No vocea por las calles
su precario comercio:
¡compro, compro, compro!
Se sienta a orillas del mismo arroyo
y pesca esto y lo otro.
El trapero que conozco,
no compra, no vende:
trueca pesca por estima.
Mientras se desvanece,
ofrece, desnuda,
la vida de lo otros.
A cambio,
candela en mano,
busca su humanidad
entre la bruma del deseo.
Solo eso.
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