El poeta colecciona palabras.
Las puntea en su memoria como un sastre
hilvana el patrón al paño.
La experiencia deshilvana las silabas
para que cojan ritmo los versos,
melodía las estrofas y armonía los conceptos
en la tolvanera de un mundo sin ética ni imaginación.
O lo que es lo mismo: salvaje y aburrido
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